octubre 12, 2024

«Hay que aferrarse a la amistad»

«Nos hicimos amigos ahí, porque en vez de estar bajoneados nos unimos”, confiesa Jorge Surín. Él, Cristian Reynoso y Darío Giovanoudis se conocen desde 2017, cuando se vieron en la sala de diálisis del Hospital Alemán y entre risas forjaron una amistad indestructible. Ahora, los tres tienen una realidad excelente tras haber recibido el riñón que les cambió la vida. «La barra de la diálisis” se completaba con Claudio Zippes, quien falleció en febrero de 2023 sin poder recibir el suyo.

Esta es la cuarta vez que el grupo se reúne desde la muerte de Claudio. Eligieron el café que está detrás del Hospital Alemán, en donde Clarín los entrevistó en febrero de 2021. En ese entonces, de los cuatro amigos dos ya habían sido trasplantados con éxito: Jorge y Darío. El primero tuvo su renacer el 24 de marzo de 2019 y el segundo, el 7 de noviembre del mismo año. Todavía, Cristian y Claudio seguían haciendo diálisis.

Cristian, finalmente, recibió la noticia que le cambió la vida un 21 de octubre de 2021, y ese mismo día se trasplantó. Claudio no llegó a entrar a lista de espera de trasplante de riñón por un problema de sobrepeso que lo llevó a realizar internaciones para bajar de peso. A principios de 2023 quedó internado en el Hospital Austral, en Pilar, por un problema en el corazón. Estuvo más de 60 días allí hasta que falleció.

“Él era el alma mater”, coinciden los tres amigos que ahora, a meses de su partida, se siguen encontrando en los lugares que a él le gustaban.

En la entrevista de 2021, Claudio recordaba la primera vez que coincidió con sus amigos en una amplia sala para 12 pacientes, mientras todos tenían sus brazos extendidos conectados al dializador e iban mirándose a las caras, conociéndose sin hablar: «Yo tiré la primera piedra, me di cuenta de que podían tener onda. Y no me equivoqué”.

Era así: Claudio, el arquitecto que había perdido a su esposa por un cáncer poco antes de entrar a diálisis, tenía una sonrisa y una alegría imposibles de apagar pese a que estaba más complicado. Era el de la iniciativa para los planes y los viajes a Mar del Plata, el que festejaba los avances de sus amigos.

Cristian, Darío y Jorge. Se conocieron en una sala de diálisis y se hicieron amigos inseparables junto con Claudio, quien no llegó al trasplante. Foto Luciano Thieberger

La conexión inmediata entre estos cuatro amigos transformó sus vidas mucho antes de recibir los trasplantes. El humor y la unión se hicieron claves durante esas tres sesiones semanales de diálisis que duraban aproximadamente cuatro horas. De hecho, se ganaron el apodo de «la barrita quilombera del turno de 17 a 22».

La visión de estos amigos- que se consideran mucho más que eso- es clara: nunca se trató de sobrevivir, siempre se trató de vivir. Esa era también la filosofía de Claudio. Agradecen la existencia de la diálisis que les permitió afrontar la vida con calidad, la presencia de los técnicos que los acompañaron en el proceso, y la oportunidad que la vida les concedió.

Jorge, que es abogado y trabaja desde hace años como responsable de Inspecciones y Lealtad Comercial en Defensa al Consumidor en GCBA, dice que cree mucho en las causalidades.

Eso explica por qué en el primer viaje de este grupo a Mar del Plata él no pudo ir: “Cuando estábamos haciendo diálisis dijimos de hacer un viaje a ese lugar y faltar una vez. Pero yo no fui porque me sentí mal el día anterior. A los días me avisaron que me había salido el trasplante”.

En la sección Mundos Íntimos de Clarín, Surín rememoraba aquel día: “Llegó el domingo 24, feriado por cierto (…) Eran las 10.22 cuando sonó el teléfono fijo de casa (…) Era mi nefrólogo, el respetado doctor Carreño: “Hola Jorge, ¿para qué te puedo estar llamando un domingo a esta hora?”, me dijo muy tranquilo y feliz. Y yo, mezcla de rara de paz interior y como si ya supiera que era el elegido, le respondí “¡Salió un donante!”. El asintió”.

En el operativo del INCUCAI, Jorge estaba en el número 17 de la lista. Pero los 16 receptores del órgano que estaban antes que él habían quedado fuera por diversos motivos, sobre todo relacionados a sus estados de salud en ese momento.

Cristian, Claudio, Darío y Jorge en 2021, cuando los entrevistó Clarín. Foto Fernando de la Orden / ArchivoCristian, Claudio, Darío y Jorge en 2021, cuando los entrevistó Clarín. Foto Fernando de la Orden / Archivo

Ese 24 de marzo, Jorge llamó a su madre y luego a “los chicos”, a sus amigos de diálisis, que estaban disfrutando en Mar del Plata y que al recibir la noticia festejaron en su honor con champán.

“Les dije que me sentía feliz pero a la vez triste, y hasta llegué a pedirles perdón por haber sido el primero en recibir el trasplante. Pero ellos me mandaron una foto brindando por mí”, cuenta Jorge.

Darío, contador, fue el primero en ingresar a sala de diálisis con 50 años en 2014. Fueron cinco años y medio hasta que recibió el trasplante. Se convirtió en el segundo de la barra.

“No tengo que perder esas horas en diálisis. Hago cada tres meses análisis, pero estoy estable. Sigo con mi trabajo habitual en una empresa. La vida familiar se normalizó y mis hijos están mucho más tranquilos, eran muy chicos cuando arranqué la diálisis”, señala.

Lo que siguió a su trasplante fueron complicados y estuvo 40 días internado: «Me hicieron tratamiento y salí adelante, y el riñón empezó a funcionar. Nunca más tuve problemas. Mi donante era muy compatible con mi caso, era como si me lo diera mi hermana de sangre. Costó un poco, porque cada persona es un mundo».

Luego de esperar cuatro años y medio, Cristian se sumó a aquella alegría indescriptible que comparten sus amigos. Está muy entusiasmado porque este sábado cumple dos años de trasplantado y va a hacer un festejo con sus seres queridos.

«Se trasplantaron los chicos y me cambié a hacer sesiones de diálisis los lunes, miércoles y viernes. Después el Alemán cerró su parte de diálisis y me fui a la Favaloro los últimos 6 meses. Me fui convencido de que me trasplantaban«, rememora.

A Cristian lo llamaron a las 2 de la mañana y le comunicaron lo que había soñado más de 500 veces. Se acuerda bien de esa llamada: la médica le dijo que no se hiciera ilusiones porque era un órgano que tenía 25 horas fuera del cuerpo. Pero él siempre sintió que ese riñón lo esperaba.

«Cuando llegué a Favaloro me enteré de que el riñón era de una fallecida de 40 años y era para otra persona, y que en cirugía se lo iban a dar a otro y le descubrieron otra enfermedad. Pasó a heladera y fue a otro que le dijeron lo mismo que a mí, pero se negó. Y cuando me llamaron a mí ni lo pensé, dije que sí«, recuerda.

Desde la izquierda, Jorge, Cristian y Darío. La silla vacía es la de Claudio. Foto Luciano ThiebergerDesde la izquierda, Jorge, Cristian y Darío. La silla vacía es la de Claudio. Foto Luciano Thieberger

Y añade: «Mi vida cambió porque manejo mis tiempos de otra forma. Yo soy contador público, tengo estudio como Darío, y tengo mis clientes. Hago rutinas sin problemas de día y hora. Me levanto, trabajo mucho en casa, voy a la oficina también. Los fines de semana trato de disfrutar con mi familia y amigos».

La presencia de Claudio se siente. Sus amigos lo tienen en la memoria, y por eso, más que nunca, llevan como bandera la importancia de la donación de órganos. Clarín confirmó a través del Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (INCUCAI) que actualmente en la Argentina hay 5.434 personas que aguardan un trasplante renal.

En varias oportunidades el candidato a presidente por La Libertad Avanza, Javier Milei, se ha expresado con relación al tema de la venta de órganos , lo que despertó la polémica de muchos sectores sociales y políticos. Entre ellos, del INCUCAI.

Desde la voz de su titular, Carlos Soratti, han reiterado la oposición a los dichos de Milei con frases como estas: “Creo que muestran una gran ignorancia de los temas, porque son procesos complejos. El trasplante es una terapia muy compleja que involucra a muchas instituciones, que tiene varias décadas. Creo que se desconoce, más allá de que la intención de tirarlo así es algo de provocación para estar siempre en agenda”.

Este grupo de amigos aclara que no está de acuerdo para nada con las declaraciones del candidato. «Puedo dar fe de que el INCUCAI es transparente. Al año y medio me salió el trasplante, y no tengo contactos. No estoy a favor de Milei, porque avalo y defiendo a muerte al INCUCAI y estuve en varios operativos hasta que me salió cuando estaba en el número 17″, destaca Jorge.

«Ninguno pudo estar de acuerdo, fue una opinión personal de él, pero no es algo que está dentro de la plataforma de sus propuestas. Los tres podemos dar fe de que este instituto trasciende a cualquier gobierno, no hay nada raro, está todo bien controlado y se revisan compatibilidades para recibir trasplantes. Hay listas de espera relativas, es a nivel nacional, trasciende cualquier estructura política o gobierno», recalca Darío.

Cristian se suma a lo que comentan sus amigos: «Sinceramente es una locura plantearlo. Cuando uno está en diálisis entra en un momento de desesperación, pero te lo ponés a pensar bien y decís ‘No, tengo que estar tranquilo porque me aseguran que ese riñón que me van a poner funciona bien y voy a poder seguir el tratamiento’«

Este último enfatiza en que lo más importante es donar órganos: «Somos todos donantes, salvo que digamos que no. Realmente me parece perfecto. Y para aquellos que están en diálisis hay que aferrarse al tratamiento y a la amistad. Son muy importantes los técnicos que te acompañan en el día a día. Siempre hay esperanzas».

Darío introduce el término «aceptación» y la función de la diálisis como una transición que te salva la vida para una cuestión mejor que es el trasplante.

«La clave de todo el proceso de diálisis es saber que no es la muerte. Si entrás a diálisis hay que aceptarlo, porque sin la diálisis no vivirías. Si llegó el momento de estar en diálisis y uno no quiere ir, se muere. Al estar, dar gracias que existe la diálisis y pasarla lo mejor posible», expresa.

Jorge coincide con la visión de sus amigos, esos que también se convirtieron en hermanos de la vida por elección.

«En la vida podemos caer de distintas formas. Lo importante es cómo enfrentemos la caída. Yo sugiero afrontarlo viendo la parte positiva. Enfrentarlo como una enseñanza, una experiencia, para aprender a levantarnos. Un viejo refrán afirma que Dios le da sus peores batallas a sus mejores guerreros. Pronto sonará la campanilla esperada del teléfono, con la voz del nefrólogo diciendo hoy es el día«, concluye.