Es un extraño embrollo en el que se enreda François-Henri Pinault. Como se reveló el informado, el consejero delegado del gigante del lujo Kering lleva varios años en litigio con la Hacienda francesa, a la que reclama la devolución de impuestos que considera haber pagado indebidamente. En vano, de momento, ya que el fisco no quiere oír nada, y que la justicia administrativa despedido el 12 de abril la séptima fortuna francesa de su recurso.
On est loin du gigantesque schéma de fraude fiscale en Suisse, qui a valu à Kering des redressements fiscaux records en France et en Italie, en 2019 et en 2020. Ce nouveau dossier, qui le concerne personnellement, François-Henri Pinault possède avoir le droit con él.
El quid de la cuestión se remonta a 2014, cuando el multimillonario se mudó a Londres con su familia. Entonces elige mantener su residencia fiscal en Francia y pagar su impuesto sobre la renta allí, incluso si solo viene allí ocasionalmente. “Soy ciudadano francés y estoy orgulloso de ello. Pago mis impuestos en Francia”el grita en El mundo en 2015.
Una convención, dos interpretaciones
Todo iba bien hasta que las autoridades fiscales británicas a su vez le pidieron impuestos sobre sus salarios como jefe de Kering, desde 2016. Atrapado en el fuego cruzado, el Pinault gravado se vio gravado dos veces por los mismos ingresos. En cuanto a su retribución, la apuesta es considerable: 11,5 millones de euros solo para los años 2017 y 2018.
¿Quién es el más legítimo para gravar al multimillonario? El tratado fiscal franco-británico, que se supone debe establecer reglas claras para arbitrar en este tipo de situaciones y evitar la doble imposición, es interpretado de manera diferente por los dos países. El Reino Unido reclama el derecho a gravar a Pinault, que pasa más de la mitad del año en suelo británico. Francia responde que su ubicación no importa, en la medida en que sus actividades como director ejecutivo se pueden rastrear hasta la sede parisina de Kering.
Ante este impasse, François-Henri Pinault se vio obligado a adoptar una estrategia cuanto menos acrobática: ejerció su función de director general de Kering desde Londres y la de presidente desde París. Una forma de distribuir la renta imponible entre los dos países, para complacer a todos, que parece en gran medida artificial, ya que estos dos sombreros son inseparables.
Un “pied-à-terre” caro
Durante el litigio, el multimillonario desarrolló múltiples argumentos: Londres ofrecería mejores “garantías de privacidad” que París, él podría “escapar del estrés diario” se facilitó su “Exposición a un entorno internacional”. Pero estas explicaciones no convencieron ni a las autoridades fiscales ni a los tribunales. En su decisión, juzgada » severo « según varias fuentes conocedoras de este tipo de procedimientos, el tribunal administrativo considera que su instalación en Londres «es más una cuestión de conveniencia personal que un imperativo profesional probado».
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