Iun loco saca su megáfono. Más precisamente, en París, frente a la estación de Saint-Lazare, el lunes 22 de mayo, a las 10 h. Los parisinos, los viajeros y los viajeros ocasionales están invitados a probar las nueces, entregadas frescas y de forma gratuita. Una distribución gratuita como señal de alerta, no para parar los trenes, sino para acelerar la toma de conciencia de la crisis que afecta a esta producción. El gremio agrario Coordinación Rural ha optado por rescatar el cocotero mediático para los propietarios de nogales.
El equilibrio entre la oferta y la demanda hace y deshace los mercados. La nuez no logró deslizarse entre los dedos de esta dura ley. O, en 2022, la Madre Naturaleza es particularmente beneficiosa para los huertos franceses. Los nogales se han desplegado bajo el peso de las ramas cargadas y los volúmenes que van apareciendo se han amontonado.
La nuez de Grenoble, que se enorgullece de haber obtenido su denominación de origen protegida en 1938, lo dice de buena fe. Nunca en su historia había pesado tanto en la balanza. Estima su producción en 17.000 toneladas, frente a una media anual de 12.300 toneladas. Misma decoración en Périgord. Como resultado, la recolección de nueces francesas podría evitar 50.000 toneladas, frente a las habituales 35.000 toneladas.
China aplasta a la competencia
Para los defensores de la agricultura productiva, esta excelente cosecha puede sonar como una buena noticia. Excepto que, al mismo tiempo, los consumidores europeos son exigentes. Con el aumento de los precios, las ventas están en respuesta. Bajarían un 20%. Algo para desestabilizar el mercado. Cuando el ritmo de los cascanueces se ralentiza, el negocio de la fruta se convierte en un rompecabezas. Sobre todo porque en todo el mundo, los huertos de nogales se han extendido.
Como era de esperar, China aplasta a la competencia, con una producción de más de 1,5 millones de toneladas. Le sigue Estados Unidos, o mejor dicho California, donde los cultivadores de frutos secos han brotado como setas. También en Europa, la nuez ha despertado la codicia. Rumanía ha plantado huertas con ganas, con la esperanza de hacer avellanas. Con este entusiasmo, la producción de nueces casi se ha duplicado en diez años en el planeta, superando los 3,6 millones de toneladas. Como resultado, la competencia se ha intensificado. Porque este fruto seco no tiene miedo a deambular, ni siquiera en pocas palabras. Y los cursos se llevaron el agua.
La nuez se ha ahogado, gritan los productores franceses. Incluso si la franquette de Grenoble juega la estrella de exportación, el AOP de Isère fluye por la mitad fuera de las fronteras, los competidores californianos o chilenos vienen a romper el ambiente. Según la Coordinación Rural, el precio pagado a los productores franceses se ha desplomado bajo la presión de las importaciones, pasando de 3 euros el kilo en 2022 a 50 céntimos. Algunos denuncian la mala jugada de la distribución, que en ocasiones revende el fruto seco hasta a 8 euros el kilo. Frutos secos a precios de saldo, pero márgenes bien engrasados…